Andrés
Sepúlveda afirma haber alterado campañas electorales durante ocho
años dentro de Latinoamérica.
Según
Sepúlveda, recibía su sueldo en efectivo, la mitad por adelantado.
Cuando viajaba empleaba un pasaporte falso y se hospedaba solo en un
hotel, lejos de los miembros de la campaña. Nadie podía ingresar a
su habitación con un teléfono inteligente o cámara fotográfica.
La mayoría
de los trabajos eran acordados en persona. Rendón entregaba a
Sepúlveda una hoja con nombres de objetivos, correos electrónicos y
teléfonos. Sepúlveda llevaba la hoja a su hotel, ingresaba los
datos en un archive encriptado y luego quemaba el papel o lo tiraba
por el excusado. Si Rendón necesitaba enviar un correo electrónico,
empleaba lenguaje codificado. “Dar caricias” significaba atacar;
“escuchar música” significaba interceptar las llamadas
telefónicas de un objetivo.
Rendón y
Sepúlveda procuraron no ser vistos juntos. Se comunicaban a través
de teléfonos encriptados que reemplazaban cada dos meses. Sepúlveda
señala que enviaba informes de avance diarios y reportes de
inteligencia desde cuentas de correo electrónico desechable a un
intermediario en la firma de consultoría de Rendón.
Cada trabajo
culminaba con una secuencia de destrucción específica, codificada
por colores. El día de las elecciones, Sepúlveda destruía todos
los datos clasificados como “rojos”. Aquellos eran archivos que
podían enviarlo a prisión a él y a quienes hubiesen estado en
contacto con ellos: llamadas telefónicos y correos electrónicos
interceptados, listas de víctimas de piratería informática e
informes confidenciales que preparaba para las campañas. Todos los
teléfonos, discos duros, memorias USB y servidores informáticos
eran destruidos físicamente. Información "amarilla" menos
sensible - agendas de viaje, planillas salariales, planes de
recaudación de fondos - se guardaban en un dispositivo de memoria
encriptado que se le entregaba a las campañas para una revisión
final. Una semana después, también sería destruido.
Para la
mayoría de los trabajos Sepúlveda reunía a un equipo y operaba
desde casas y departamentos alquilados en Bogotá. Tenía un grupo de
7 a 15 hackers que iban rotando y que provenían de distintas partes
de Latinoamérica, aprovechando las diferentes especialidades de la
región. En su opinión, lo brasileños desarrollan el mejor malware.
Los venezolanos y ecuatorianos son expertos en escanear sistemas y
software para detectar vulnerabilidades. Los argentinos son artistas
cuando se trata de interceptar teléfonos celulares. Los mexicanos
son en su mayoría hackers expertos pero hablan demasiado. Sepúlveda
sólo acudía a ellos en emergencias.
Estos
trabajos demoraban desde un par de días a varios meses. En Honduras,
Sepúlveda defendió el sistema computacional y comunicacional del
candidato presidencial Porfirio Lobo Sosa de hackers empleados por
sus opositores. En Guatemala, interceptó digitalmente datos de seis
personajes del ámbito de la política y los negocios y dice que
entregó la información a Rendón en memorias USB encriptadas que
dejaba en puntos de entrega secretos. (Sepúlveda dice que este fue
un trabajo pequeño para un cliente de Rendón ligado al derechista
Partido de Avanzada Nacional (PAN). El PAN señala que nunca contrato
a Rendón y dice no estar al tanto de ninguna de las actividades que
relata Sepúlveda). En Nicaragua en 2011, Sepúlveda atacó a Ortega,
quien se presentaba a su tercer período presidencial. En una de las
pocas ocasiones en las que trabajó para otro cliente y no para
Rendón, infiltró la cuenta de correo electrónico de Rosario
Murillo, esposa de Ortega y principal vocera de comunicación del
gobierno, y robó un caudal de secretos personales y gubernamentales.
En Venezuela
en 2012, impulsado por su aversión a Chávez, el equipo dejó de
lado su precaución habitual. Durante la campaña de Chávez para
postular a un cuarto período presidencial, Sepúlveda publicó un
video de YouTube anónimo en el que hurgaba en el correo electrónico
de una de las personas más poderosas de Venezuela, Diosdado Cabello,
en ese entonces presidente de la Asamblea Nacional. También salió
de su estrecho círculo de hackers de confianza y movilizó a
Anonymous, el grupo de hackers activistas, para atacar el sitio web
de Chávez.
Tras el
ataque de Sepúlveda a la cuenta de Twitter de Cabello, Rendón lo
habría felicitado. “Eres noticia :)” escribió en un correo
electrónico el 9 de septiembre de 2012 adjunto un enlace a una
historia sobre la falla de seguridad. Sepúlveda proporcionó
pantallazos de decenas de correos electrónicos y varios de los
correos originales escritos en jerga hacker (“Owned!”, decía un
correo, haciendo referencia al hecho de haber comprometido la
seguridad de un sistema), que muestran que durante noviembre de 2011
y septiembre de 2012 Sepúlveda envió largas listas de sitios
gubernamentales que había infiltrado para varias campañas a un alto
miembro de la empresa de asesoría de Rendón. Dos semanas antes de
la elección presidencial en Venezuela, Sepúlveda envió pantallazos
mostrando cómo había infiltrado el sitio web de Chávez y cómo
podía activarlo y desactivarlo a voluntad.
Chávez ganó
las elecciones pero murió de cáncer cinco meses después, lo que
llevó a realizar una elección extraordinaria en la que Nicolás
Maduro fue electo presidente. Un día antes que Maduro proclamara su
victoria, Sepúlveda hackeó su cuenta de Twitter y publicó
denuncias de fraude electoral. El gobierno Venezolano culpó a
“hackeos conspiradores del exterior” y deshabilitó internet en
todo el país durante 20 minutos.
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